Varias zonas de los Pirineos han sido, durante el mes de marzo de 2024, escenario de inusuales vuelos de helicópteros de transporte de tipo medio NH-90 “Sarrio” y hasta de aparatos pesados CH-47D “Chinook” que incorporaban unos vistosos patines rojizos en los cuatro puntos de su tren de aterrizaje de ruedas, modificación que se les ha hecho para facilitar sus tomas y despegues en la nieve.
La actividad de vuelo estuvo relacionada con la realización del ejercicio anual “Infierno Blanco” del que son protagonistas las tropas de montaña del Ejército de Tierra (ET) español. Se trata de un supuesto intenso que pone a prueba, en un entorno que es hostil y nada amigable, las capacidades de unos combatientes especialmente adiestrados y equipados para realizar sus cometidos militares en ambientes gélidos y especialmente fríos caracterizados por espacios con unos desniveles importantes.
Son tropas que, por su carácter y otros detalles positivos que les definen, se enmarcan dentro de las de élite. Su adaptación al entorno montañoso, que guía lo que es su capacitación y la preparación anual, les hace especialmente válidos para actuar en condiciones y escenarios que no sean favorables, un aspecto al que hay que añadir que por ser tropas ligeras se las puede desplazar con facilidad en caso de necesidad táctica o estratégica a otros entornos. Lo han hecho en muchas ocasiones e incluso estuvieron desplegados en un escenario de combate tan contundente como el de Afganistán.
Largo historial
En estas páginas os vamos a explicar algunos detalles de este colectivo militar. A finales de mayo se conmemora el 125 aniversario de las tropas de montaña del ET y por eso hemos pensado darles el protagonismo que se merecen. Conozco bastante bien a este tipo de unidades porque a lo largo de las pasadas décadas he compartido con ellos diferentes actividades de instrucción y he visitado sus acuartelamientos, lo que me permite valorar como positiva la evolución técnica y de equipamiento que les ha ido caracterizando en ese dilatado proceso de transformación ejecutado de forma lenta pero racional. Como contrapunto deciros que he visto como se pasaba de una estructura que contemplaba dos divisiones y una brigada independiente -totalizando cinco brigadas- que se tenía activa a principios de los años ochenta del siglo pasado a una actual en la que son sólo dos batallones de cazadores los que están específicamente preparados para trabajar en montaña.
Sobre esos 125 años, deciros que el apelativo de “montaña” surge en fecha no muy lejana tras muchos años en las que se solía escoger para combatir en ese escenario a lugareños acostumbrados a moverse por ese tipo de terrenos y a considerar como normales aquellas tropas que, con su armamento y apoyándose en mulos o caballos, se desplazaban a pie. Un primer movimiento de cambio se produjo en 1847 con la creación de los batallones de “cazadores” de Infantería, evolución que se consolidó en mayo de 1899 con la transformación de algunas, tras la publicación de un Real Decreto rubricado por el general Camilo García de Polavieja que entonces era Ministro de la Guerra, en lo que serían las primeras unidades españolas de especialistas en montaña; con anterioridad habían surgido en 1872 los “Alpini” italianos y en 1888 el embrión de los “Chasseurs Alpins” franceses.
Ambas coexisten hasta que en 1918 surge la denominación combinada de “cazadores de montaña”, tropas de Infantería ligera que estaban específicamente adiestradas para combatir en entornos montañosos. A partir de 1925 y hasta 1936 en que se inicia la Guerra Civil pasan a ostentar únicamente la denominación de “montaña”. Tras aquel conflicto, y después de diversas reorganizaciones del ET, surgen las Agrupaciones de Cazadores de Montaña de las divisiones 51 y 52, y más adelante se conforman las divisiones de montaña “Urgel” nº 4 y “Navarra” nº 5 que cubren la zona pirenaica con numerosos destacamentos de militares que suelen focalizar su formación en temas de nieve, zonas abruptas y pasos por valles complejos.
En febrero de 1966 se constituye, según lo dispuesto en la Instrucción General 165/142 del entonces Estado Mayor Central, la Brigada de Alta Montaña (BRIAM) que dos décadas después varió su nombre por el de Brigada de Cazadores de Alta Montaña XLII y quedó encuadrada en la “Urgel”. Un cambio más, éste como consecuencia de la aplicación del Plan Norte que la asignó a la Fuerza de Maniobra, llegó en julio de 1996 y se volvió a cambiar su designación por la de Brigada de Cazadores de Montaña (BRCZM) “Aragón” I que vivió unos años especialmente activos al asignársele su contribución a las fuerzas de alta disponibilidad de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y por participar en todo tipo de ejercicios internacionales y en operaciones que llevaron a sus militares a puntos como Afganistán, Albania, Bosnia o Kósovo.
La BRCZM, que llegó a contar con apoyos como un Grupo de Artillería (GACA) con cañones “Light Gun” de 105mm y puestos de tiro antiaéreos de misiles “Mistral” o un potente Grupo Logístico, fue disuelta como tal cuando, según lo establecido en la Norma General (NG) 05/07 sobre Adaptaciones Orgánicas de 2007, se aplicaron nuevos cambios estructurales y de reducción de capacidades en el Ejército. Algunos de sus activos, que mantuvieron la boina verde y el orgullo característicos de aquellos que eran sus tropas, pervivieron primero en lo que se designó como Jefatura de Tropas de Montaña (JTM) “Aragón” y después, tras la aplicación de la Resolución 02/2015 y de la NG 03/15, encuadrados en las brigadas “Guadarrama” XII y “Aragón” I.
Decir también, que como complemento de lo que eran las unidades se estableció, a mediados del siglo pasado y en Jaca, la Escuela Militar de Montaña (EMM) que daría lugar a la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales (EMMOE), centro lectivo de altísimo nivel por donde oficiales y suboficiales españoles han pasado para forjarse en esquí, escalada, …, y así ser los líderes de las secciones y compañías de especialistas destinados a trabajar en áreas abruptas del Pirineo.
Situación actual
Fue en 2020 cuando se varió la situación precedente. Se decide volver a activar la capacidad, aunque de forma limitada. Curiosamente, y en una decisión sin precedentes dentro de la orgánica del ET basada en brigadas -en esa época se aplicaba el concepto de las designadas Brigadas Orgánicas Polivalentes (BOP) que no llegaron a organizarse como tales-, se optó por crear un Mando en el que se encuadraban unidades de especialistas ya existentes en Pamplona y Jaca, dejándose de lado otras similares que se habían mantenido organizadas, adiestradas y cualificadas en Barcelona o Sant Climent de Sescebes (Gerona).
Lo que se organizó fue el que ahora se conoce como Mando de Tropas de Montaña (MTM) que tuvo como primer jefe a un coronel y que ahora es dirigido por un general de brigada. Está encuadrado como un elemento más de la División “San Marcial” que sería la de más rápida disponibilidad al encuadrar en su orgánica a las Fuerzas Aeromóviles del ET (FAMET), al Mando de Operaciones Especiales (MOE), al Regimiento de Operaciones de Información (ROI) nº 1 o a la Brigada “Almogávares” VI de Paracaidistas (BRIPAC) que reparte sus tropas entre Jabalí Nuevo (Murcia) y Paracuellos del Jarama (Madrid).
El MTM, que recibió el apelativo de “Roncesvalles”, aporta la capacidad de poder actuar en zonas de montaña y también en las de frío extremo, por lo que sus integrantes están preparados y experimentados en una serie de procedimientos tácticos y operativos y también en el empleo de materiales que les son específicos. Son tropas calificadas, por los medios que tienen asignados, como de Infantería Ligera, lo que hace que tengan una alta disponibilidad que permite, aprovechando su baja huella logística, desplegarlas con rapidez con aviones o helicópteros a zonas donde se desarrolle una crisis a la que haya que dar respuesta; su capacidad hace que sean idóneas como refuerzo en situaciones que puedan surgir en la zona norte de Europa, pues se trata de un personal habituado a bajas temperaturas y a condiciones climatológicas adversas.
Oficialmente, se situó la creación del MTM como respuesta a una necesidad de optimizar la preparación, empleo y equipamientos de las unidades de montaña para garantizar, de cara a mantener un espíritu e idiosincrasia que les eran propios, su especificidad de cara a actuar en áreas montañosas y de frío extremo. Se explicó que, en la organización anterior, los Regimientos de Infantería de Cazadores de Montaña (RICZM) mantuvieron su carácter específico, pero quedaron encuadrados en unidades no específicas que hizo que parcialmente se diluyeran algunas de sus responsabilidades y sus organizaciones operativas fuesen menos flexibles.
El MTM actual, que no cuenta con unidades de apoyo al combate ni de apoyo logístico, buscaría soslayar esas deficiencias y lo hace con una estructura que es de unos 1.200 efectivos, cuando esa cifra en una Brigada normal del ET se aproximaría a los 3.000. Este Mando, según establece la Orden de Defensa 708/2020, se articula en tres elementos principales: un órgano de Mando y de Cuartel General que, con una entidad reducida en lo que a personal se refiere, ocupa un espacio en el “Gobierno Militar de Pamplona” junto a la Residencia Logística Militar “San Francisco Javier”; el Regimiento de Infantería “Galicia” 64 de Cazadores de Montaña (RICZM) con sede en Jaca y el RICZM “América” 66 en el Acuartelamiento de Aizoáin situado en Berrioplano, cerca de Pamplona; ambos regimientos tienen a un coronel al Mando.
No lo va a hacer otro elemento que también depende del RCZM 64, aunque desde hace algunos años se ha señalado que podría pasar a estar encuadrado, de forma más directa, en el MTM. Es la Compañía de Esquiadores Escaladores (CEE) 1/64 que dirige un capitán y cuenta con tres secciones de especialistas que serían el exponente más capacitado y preparado de todo el Mando en lo que son temas de escalada, esquí, progresión en nieve, supervivencia o hasta en combate en el escenario que caracteriza su trabajo y despliegue normal. Se les ha ido proveyendo de sistemas de comunicaciones y de vigilancia optrónica que aprovecharían para captar información del adversario y transmitirla en tiempo real -podrían beneficiarse de las excelentes capacidades de las radios HF (High Frequency) para enviar datos y vídeo-, unas actuaciones que permitirán que la CEE se adapte a un nuevo concepto de empleo conformando Equipos Operativos (EOs) más especializados en lo que es la obtención de información con la que elaborar Inteligencia, por lo que tanto sus sistemas como sus efectivos están siendo actualizados para que sean más eficaces en este propósito concreto.
Completaría la estructura del MTM el RICZM “América” 66 que, salvando la CEE, se articularía de forma similar al Regimiento “Galicia” y contaría con una plantilla en la que figuran 513 militares de los que 12 son mujeres. En su caso el BCZM es el “Montejurra” I/66. En su seno, con antecedentes que se remontan a una fecha tan próxima como 2021, se ha organizado el novedoso Destacamento de Enlace, Coordinación y Observación de Montaña (DECO) que aglutina varios equipos con especialistas en dos ámbitos ahora especialmente en boga: los observadores avanzados (OAV), que serían militares del arma de Artillería que se encargarían de dirigir los fuegos de las piezas para incidir en una mejor precisión y mayores efectos terminales sobre los objetivos de interés, y los controladores de ataque terminal conjunto (JTAC, Joint Tactical Air Controller) que podrían dirigir el fuego de los aviones de combate y helicópteros artillados en beneficio de sus necesidades, contando para ello incluso con avanzados equipos de designación láser.
Señalar, ya como apunte final, que los cazadores de montaña del ET, que suelen trabajar en operaciones agrupados en lo que se conoce como Grupo Táctico de Montaña (GTM) y Agrupación Táctica de Montaña (ATM), son militares curtidos por una notable capacidad física y psicológica que pueden adaptarse para desplegar en zonas de altitud elevada, con marcados desniveles o en las que escaseen las vías de comunicación y se den unas condiciones meteorológicas extremas y cambiantes.
Actuarán, generalmente de forma muy descentralizada y con gran iniciativa, moviéndose generalmente a pie y llevando pesadas mochilas con ellos. Disponen de vehículos bicabina de tracción oruga específicos para la montaña como los Bv-206 y su variante blindada Bv-206S, podrán moverse en blindados ligeros Uro VAMTAC ST5 de los que disponen de varias versiones carrozadas para diferentes cometidos y “artillados” con ametralladoras pesadas Browning M2 de 12,70x99mm o lanzagranadas automáticos LAG40, llevan con ellos sistemas de lanzacohetes desechables Instalaza C90 y C100 “Alcotán”, despliegan puestos de tiro de misiles contracarro Spile LR (Long Range) con 4 km de alcance y se aprovechan de la capacidad de tiro indirecto de morteros ligeros de 60mm y medios de 81mm, panoplia de armas que les confieren un potencial más que suficiente para aprovechar la ventaja de que se mueven en un terreno conocido y que el adversario seguramente lo tendrá más difícil para hacer frente al personal del MTM de forma efectiva.
Texto: Octavio Díez Cámara© Fotos:Octavio Díez Cámara©
Editor: Andreu Soler