En la primera parte del artículo, publicado en la revista Tactical Online de Octubre de 2020, realizábamos un recorrido exhaustivo de las funcionalidades de los supresores, y su diferenciación con los supresores “civiles”.
En esta segunda parte veremos aspectos tan importantes como son; el calor generado, rendimiento según el arma utilizada, los gases tóxicos, limpieza y mantenimiento de los mismos, así como el supresor ideal.
Un supresor se calienta mucho
Cuando utilizamos un supresor por primera vez, la primera reacción es de asombro ante la reducción del sonido, es lo más evidente. Pero la segunda, es la temperatura que puede alcanzar rápidamente y nuestro temor a “dañar algo”.
Pues si, un supresor puede ponerse realmente caliente, no podemos establecer una norma de “cuanto” se calienta, ya que dependerá del calibre, tipo de munición, longitud del cañón y del propio supresor.
Si que podemos poner un ejemplo de unas pruebas del Ejército Francés con un supresor RBS, de la marca B&T, sobre un H&K 416 (5,56×45).
Cargador número | 30 cartuchos disparados | Temperatura |
Inicio | 23,5o C | |
Cargador 1 | Semi automático | 202o C |
Cargador 2 | Automático | 284o C |
Cargador 3 | Semi automático | 380o C |
Cargador 4 | Automático | 390o C |
Cargador 5 | Semi automático | 470o C |
Incluso tras el primer cargador, el supresor se hace intocable. Lo mejor es dejarlo en el arma. El dato del calor es muy importante para contar con que estaremos ofreciendo una firma térmica que se prolonga desde el cañón hasta el propio supresor.
Existen fundas para supresores que permiten manipularlo con guantes y reducen su firma térmica, pero también hay que tener en cuenta que la mejor manera de refrigerar un supresor es al aíre y permitirle que se expandan los materiales. También se puede sumergir, incluso en el momento de más temperatura del supresor en agua o incluso en el mar.
Normalmente el calor no es un factor determinante para elegir un supresor. El flash y el sonido, y por ese orden, es la característica más importante para la mayoría de unidades que utilizan de manera regular los supresores.
Pruebas para resistencia ante el calor. Es importante también pensar que los supresores del 5.56 no están diseñados específicamente para fuego automático, excepto si son desarrollados para ametralladora ligera. Actualmente no existe un estándar de pruebas. Normalmente se tiende a utilizar unas tablas del SOCOM que utilizan 240 disparos (la dotación de combate) pero no menciona el tiempo entre cambio de cargadores. El Ministerio de Defensa del Reino Unido utiliza un test para la ametralladora MINIMI de 1.000 disparos con cintas de 200 disparos en ráfagas de 3-5 disparos y pausas para refrigerar de 1 a 2 minutos.
Rendimiento
El rendimiento de un supresor, y su máxima operatividad está determinada por los tipos de misión y las necesidades de las unidades. Cómo mencionábamos en la PARTE 1 del artículo, el flash se está convirtiendo en la necesidad número uno por encima de la reducción de sonido. Evidentemente siempre que contemos con un buen nivel de supresión sónica, nuestro oído no será capaz de percibir unos pocos decibelios arriba o abajo, ya que la percepción sónica de un disparo es algo muy complejo que es afectado por las condiciones medioambientales, el sonido rebotado, etc.
En el flash influye de manera predominante la longitud del cañón y el tipo de munición empleada. Por lo que el rendimiento del supresor en este aspecto, tampoco es una regla escrita. La experiencia de la marca de los supresores, sus técnicos y las pruebas son fundamentales para elegir el supresor más apropiado.
Gases tóxicos
Al igual que el sonido del disparo puede dañar nuestro sistema auditivo, los gases expulsados en cada disparo pueden afectarnos gravemente a nuestra salud.
Cuando ponemos un supresor en un arma, estamos creando una “resistencia” a la expulsión de todos los gases por la parte frontal del cañón. Parte de estos, volverán hacia atrás y saldrán por la ventana de expulsión del arma.
Actualmente aún no hay desarrollado una norma que establezca un máximo de partes por millón que serían tomados como límite en el disparo de un arma de fuego.
Aquí es dónde nacen los recientes supresores denominados de “baja presión” con el RBS de B&T.
El reto es magnífico ya que, cómo su nombre indica, su exclusividad radica en reducir al máximo la presión en boca del cañón, por lo que la resistencia a la circulación natural de los gases hacia el exterior es menor, y esto lo tiene que hacer sin afectar demasiado a su rendimiento en reducción de flash y sonido.
Limpieza y mantenimiento
Los supresores no tienen partes móviles, así que no debemos preocuparnos en exceso de lo que sucede en el interior. Como mencionábamos en la PARTE I del artículo, la mayor parte actualmente son del tipo monobloque, y tienen su interior sellado. Todo esto es por una razón, ya que, la mayor parte de residuos son expulsados al exterior y quemados debido a las altas temperaturas alcanzadas en su interior.
Pero esto no quita que debamos mantener una adecuada limpieza y, sobre todo, un mantenimiento adecuado de los mismos.
El mejor mantenimiento es utilizarlo para lo que ha sido diseñado. Normalmente los supresores de más alto rendimiento y fiabilidad, como los B&T, indican en sus instrucciones que pueden ser disparados “hasta que se ponga rojo”. Las aleaciones y dimensiones, permiten que no se vean afectados y cambien sus propiedades si son tratados correctamente. Cómo también decíamos anteriormente, los supresores para fusil no están pensados para fuego automático. Cualquier forma de utilización que les haga subir muy rápido de temperatura, y les mantenga por mucho tiempo en ella, podría acarrear ciertas fatigas en el material del que están hechos, afectando en el futuro a su durabilidad y eficiencia.
Limpieza Es importante y necesario limpiar el supresor y su adaptación al arma. El supresor se puede limpiar sumergiéndolo con agua caliente y jabón neutro. Se agita enérgicamente varias veces en su interior y se aclara en otro cubo con agua limpia. El secado se puede realizar dejándolo simplemente al aire o con un horno de aire caliente con no muy alta temperatura.
La unión del supresor al arma, generalmente de tipo rosca o ballesta, es la única parte que requiere de una limpieza un poco más exhaustiva, ya que los restos de carbonilla pueden interferir en la fijación al arma, y de algún tipo de engrase. Marcas como Breakthrough ofrecen una amplia gama de cepillos, limpiadores y engrases incoloros, sin elementos tóxicos e inodoros que permiten realizar esta labor de una manera precisa y adecuada. Es importante tener cuidado y no utilizar ningún limpiador que no sea específico y por supuesto ningún tipo de engrase en el interior del supresor.
Pero, ¿Cuál es la vida de un supresor? Depende de muchos factores. Normalmente viene indicado en las instrucciones. Los supresores de más alta calidad en calibres de 5.56×45 y 7.62×51 si son tratados y mantenidos apropiadamente, tienen una vida similar a la del arma dónde son utilizados. Cómo decíamos al principio, no cuentan con partes móviles.
El supresor ideal
Cómo conclusión podríamos tomar lo que ha publicado recientemente el US Marine Corps de cómo debería ser un supresor para el calibre 5.56×45
- Disparar 600 cartuchos en 16 minutos
- Mantener el sonido total con respecto al tirador por debajo de 139 dB
- El uso del supresor no debería incrementar la dispersión de los disparos
- No debería tener una desviación mayor, con el supresor montado, de 3 MOA a 100 metros
- La dispersión se debería mantener a lo largo de la vida del cañón (24.000 disparos aprox.)
En definitiva, los supresores han venido para quedarse, las ventajas que aportan son muy superiores a sus desventajas (mayor dimensión del arma y peso) y poco a poco lo veremos cada vez más en las unidades de nuestro país. Es responsabilidad de todos, técnicos y usuarios, elegir y dotar con el más apropiado para cada unidad.
Este artículo fue originalmente publicado en la Revista Tactical Online Julio Agosto 2021