Las armas de fuego cortas han experimentado, a lo largo de los años, de una serie de mejoras sustanciales. Tanto tiradores deportivos como los profesionales militares y policías han experimentado con presiones del disparador, alivio o endurecimiento de muelles recuperadores, prolongación de las diferentes palancas del arma, etcétera; incluso los elementos de puntería también han sufrido diferentes cambios, siendo las miras de tritio lo, hasta hace un tiempo, más disruptivo.

En los últimos años hemos venido observando como las ayudas electrónicas a la puntería se están convirtiendo en un estándar en las armas largas. Su facilidad de utilización, y la mejora en la adquisición rápida de objetivos con respecto a las miras mecánicas, hacen que hoy sean comunes en la mayoría de fusiles de asalto y subfusiles.

En el mundo deportivo, y desde hace ya bastantes años, todo tirador que participa en competiciones dinámicas con arma corta utiliza uno de estos dispositivos. Entonces, ¿Veremos lo mismo en las armas profesionales?

Las armas profesionales, en sus últimas versiones, incluyen cada vez más un rebaje en la zona posterior  superior de la corredera, por delante del alza, para colocar uno de estos visores.

PROS

Disparar con un punto rojo es más instintivo

En un combate con armas de fuego, lo natural es enfocar la vista en el atacante. El disparo con punto rojo se basa en mantener el punto focal en el objetivo y posicionar el punto rojo de manera natural entre nuestro ojos -ambos abiertos- y la amenaza. No necesitamos enfocarlo. Tenemos una visión centrada y enfocada del blanco todo el tiempo.

El tiempo desde el desenfunde hasta que accionamos el disparador es más corto

Esta es una de las razones principales del por qué de su uso en competiciones deportivas. Se realiza más rápida la adquisición del blanco y el primer disparo. Aunque, por supuesto, requiere de un entrenamiento intenso. La adquisición del punto rojo en carabinas o escopetas, es más rápida e intuitiva, pero en pistola requiere de mayor práctica.

El punto rojo facilita la adquisición de objetivos en operadores con la visión limitada

La nitidez visual se reduce con la edad. Puede resultar difícil, si no imposible, enfocar el punto de mira con claridad. Un punto rojo puede ser de gran ayuda contra la lucha del envejecimiento ocular.

Es más fácil adquirir objetivos a más larga distancia utilizando un visor de punto rojo

Esta ventaja es la menos importante, ya que los tiros a larga distancia, por ejemplo de 25 metros o más, son muy poco frecuentes con armas cortas.

CONTRAS

Es más difícil de ocultar de paisano

Hay que adaptar la funda y plantearse el cómo y en qué parte del cuerpo portarla. Agregar un marco de metal cuadrado en la parte posterior de la corredera requiere algunos ajustes. Hay que tener especial atención al contacto directo del visor con la piel, ya que puede producir rozaduras o alguna reacción alérgica. Además, es posible que pueda trabarse con la ropa al realizar la extracción.

La compra y el montaje de un visor de punto rojo requiere un desembolso económico importante

Hay que pensar en un gasto de varios cientos de euros en el visor. Además, la adaptación a la corredera también requiere de cierta inversión. Existen soportes que sustituyen al alza, sin modificar más, pero esto puede afectar a la precisión y durabilidad, y en algunos casos son especialmente altos. Es preferible “fresar” o mecanizar una base en la corredera para adaptar el punto rojo, aunque esto suponga un desembolso mayor. Así mismo, todo esto debería respetar las miras de serie y deberían ser visibles y operativas, para así soslayar incidentes o la rotura del visor.

El uso de visor de punto rojo sobre pistola requiere de entrenamiento

Hay un par de aspectos en el entrenamiento que son diferentes a las miras tradicionales. Al igual que una óptica de rifle o carabina, un visor de punto rojo debe ponerse a cero a una distancia elegida. Si ponemos como ejemplo una distancia de 10 metros, el operador debe conocer su cero y cómo el arma posiciona sus impactos a distancias menores y superiores al cero elegido.

Hay que tener en cuenta, que el proyectil abandona el cañón unos centímetros por debajo del punto rojo -distancia entre el centro del cañón y el punto de mira- y va en ascenso hacia el punto dónde punto de mira y el proyectil se cruzan  -este es el cero del arma-. El proyectil sigue ascendiendo hasta cierto punto donde vuelve a caer y cruza el punto de mira por segunda vez -segundo cero-.

La posición del tirador también varía ligeramente. Acostumbrarse a posicionar el punto rojo delante de nuestro ojo y enfrentado al objetivo, requiere de un leve cambio en el ángulo en nuestros brazos. También, se requiere un cambio mental. De enfocar las miras, a enfocar el objetivo; ese aspecto suele dominarse con rapidez.

El entrenamiento y la adaptación al arma entre visores de punto rojo puede no ser compatible

El tamaño de los puntos varía entre fabricantes, siendo, en general, buenos los más grandes para distancias cortas y los más pequeños para distancias medias y tiro de precisión. Los puntos más grandes pueden ser un obstáculo para efectuar disparos de precisión incluso a cortas distancias. La regulación del brillo del punto es algo también a tener en cuenta. Se realiza de diferentes maneras y se localiza, en función de los distintos fabricantes, en diferentes lugares.

En definitiva, parece que los visores de punto rojo se irán imponiendo en las armas cortas de los profesionales durante los próximos años ya que las ventajas son muy superiores a los inconvenientes. Una persona que empiece a disparar desde cero con un visor de punto rojo adquirirá la técnica, y será más efectiva en menos tiempo, que otra que pase por el proceso de adquisición de objetivos a través de alinear dos elementos de puntería que, además, le impiden enfocar durante unas decimas de segundo a su agresor.

Este artículo ha sido originalmente publicado en Tactical Online Septiembre 2021

Tactical Online Septiembre 2021