Texto: Octavio Díez Cámara© Fotos: Octavio Díez Cámara©
Día 1 de julio de 2022. Pasan pocos minutos de las 11.30 de la mañana cuando un helicóptero biturbina Eurocopter H135 detecta, empleando un novedoso sistema de búsqueda infrarroja estabilizado que lleva instalado en su fuselaje, una supuesta actividad ilícita. En la zona costera rocosa del Recó de Santa Llucia de Vilanova y la Geltrú localizan una potente embarcación semirrígida que no navega y parece transportar un importante alijo de fardos con algo en su interior.
Los pilotos de la aeronave del Cuerpo de los Mossos d’Esquadra (CME) alertan a sus compañeros que navegan en una de las potentes embarcaciones de patrulla que se han incorporado a las capacidades del día a día de la Policía Autonómica de Cataluña durante el último año. Los casi trece metros de eslora de la lancha policial fabricada por Quer no pasan desapercibidos y los que son objeto de vigilancia activan los cuatro motores fueraborda de su lancha para intentar salir de la zona a gran velocidad para evitar una actuación diligente contra ellos.
Pese a sus movimientos zigzagueantes, no lo tienen fácil. A la lancha que les sigue de cerca se une una segunda y a ambas se aproxima el helicóptero. Los que son el objetivo de la actividad neutralizadora de los agentes del CME intentan escapar una y otra vez, aunque sin éxito en su pretensión. Detienen su movimiento y comienzan a lanzar los fardos al agua. Ese momento preciso es aprovechado por una de las lanchas Quer para aproarse a la nave objetivo de forma que, con rapidez y precisión, varios agentes del Grupo Especial de Intervención (GEI) suben a bordo empuñando subfusiles del 9x19mm en los que llevan eficaces visores de punto rojo Aimpoint “Micro”.
En pocos segundos detienen su actividad, los engrilletan y consolidan su posición de control en el objetivo. En su acción, han estado cubiertos por compañeros con armas largas desplegados en un helicóptero y por otros que, usando la técnica de fast rope para posicionarse con precisión en un muelle cercano, les han dado cobertura. La acción contundente proyectada por mar y por el aire ha permitido capturar un importante alijo de sustancias narcóticas y a aquellos que estaban involucrados en su contrabando, precisión quirúrgica en la que han sido especialmente contundentes varios recursos incorporados en los últimos meses por el CME.
Vigilancia marítima
Lo que os hemos descrito al iniciar este reportaje es una traslación escrita de una brillante demostración de capacidades policiales a la que asistió hace unos días Tactical Online. Fue el colofón de un acto en el que el Consejero del Departamento de Interior del Gobierno de Cataluña, Joan Ignasi Elena García, hizo entrega de los correspondientes diplomas a una treintena de agentes del CME que han superado un exigente proceso formativo al que se presentaron unos cuatrocientos aspirantes y sólo lo han finalizado unas pocas decenas.
Su preparación comenzó en febrero de 2020 con la sección de candidatos para dotar con personal a la Policía Marítima del CME. A la convocatoria se presentaron 381 hombres y 30 mujeres, muchos de ellos con formación náutica de distinto carácter y experiencia en el entorno marítimo. La pandemia del COVID-19 ha incidido en la previsión inicial y los que fueron preseleccionados han tenido que superar el Curso de Intervención en el Medio Marítimo que se imparte por el Instituto de Seguridad Pública de Cataluña (ISPC). Son más de 1.000 horas lectivas dedicadas a conocimientos teóricos y prácticos en áreas de trabajo como los rescates y el salvamento en el medio acuático, las búsquedas en el mar, la cartografía, las comunicaciones, la legislación marítima y otras; complementariamente, todos los alumnos han sido habilitados en las técnicas de patroneo de diferentes tipos de embarcaciones gracias a un convenio actualizado firmado entre el ISPC y el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, acuerdo que les ha llevado a superar un periodo especialmente práctico en el Centro de Seguridad Marítima Integral Jovellanos de Asturias.
El objetivo de esa exigente capacitación profesional, que se une a la propia como agentes del CME y a la dilatada experiencia de la mayoría en distintas áreas de trabajo policial en Cataluña, era obtener personal con el que formar tripulaciones especialmente habilitadas para la misión que se les quería encomendar.
Esta última no es una sino varias. Se enmarcan dentro de las funciones de la Policía Marítima del CME y buscan dar respuesta a las necesidades policiales que, dentro de una actuación integral en las cuatro provincias que forman el territorio catalán, se encuadran dentro del ámbito marítimo costero y litoral; cumplen así el marco competencial vigente y actúan para reforzar competencias en relación con la investigación de delitos, en seguridad ciudadana, como Policía administrativa y en temas de orden público.
Buscando su mejor encuadramiento orgánico, la Policía Marítima tiene dependencia de la Comisaría General de Movilidad y asume cometidos de vigilancia, patrulla, control de aguas del mar, etcétera todo ello para prevenir que se cometan delitos e infracciones administrativas, vigilar que se cumpla la reglamentación náutica, proporcionar auxilio y apoyo a personas o embarcaciones que lo requieran, inspeccionar y controlar los entornos naturales del mar o para colaborar y auxiliar a otros cuerpos y fuerzas de seguridad que compartan el espacio marítimo con el CME.
El Proyecto de Policía Marítima en el que centramos estas páginas se inició a finales de 2019 con el objetivo de crear un servicio específico que desarrollase su actividad en el ámbito marítimo y portuario de un litoral que se extiende por una franja costera de nada menos que 580 kilómetros de longitud, para así avanzar en lo que oficialmente se define como un sistema de seguridad integral que realiza su actividad en unas ochenta instalaciones portuarias de carácter comercial, industrial, pesquero o deportivo.
Buscando la máxima eficiencia, se opta por una distribución segregada del personal y del material en una serie de bases principales y en otras donde se planificarán determinados despliegues. Barcelona es una de estas últimas, pues allí se ha establecido que haya un núcleo especializado en buceo provisto con una potente lancha. Otros tres emplazamientos cubren las áreas del norte, centro y sur en el que se ha repartido el litoral catalán. Los medios del CME especializados en el mar tienen su sede en las ciudades de Palamós, la Ametlla de Mar y Vilanova i la Geltrú, localidad donde se desarrolló la demostración con la que hemos iniciado estas páginas; por cierto, en esta última se ha habilitado, en las últimas semanas, un espacio propio en el extremo de uno de los muelles habitualmente ocupados por los pesqueros, lugar con un punto de atraque, pasarela para el movimiento del personal, valla perimetral que delimita el recinto y un contenedor estandarizado habilitado para apoyar las funciones del destacamento policial naval.
Protección integral
La Policía Marítima se articula en una estructura que dirige un Subinspector e incluye la Unidad Acuática (UAQ), con dieciséis buceadores altamente capacitados para todo tipo de acciones bajo el agua, y una treintena de efectivos más agrupados en tres células que incluyen un sargento Jefe de Unidad, tres cabos y seis agentes, de forma que con ellas se cubren las rotaciones de las dotaciones de las embarcaciones de los tres sectores.
Antes de avanzar en más detalles, deciros que la actual capacidad es el resultado de una evolución y trabajo constante que se remonta a 2008, cuando se decidió crear a la UAQ que ha tenido sus instalaciones centrales en el Complejo Policial de Egara de Sabadell y ha estado formado por un núcleo de una quincena de efectivos liderados por un cabo. Se han focalizado en llevar a cabo tareas policiales donde otros compañeros del CME no podían llegar, cometido de acciones preventivas, de inspección o de apoyo y auxilio que ellos desarrollaban en el medio acuático costero o en las aguas interiores como ríos, canales o embalses.
Desde esos años, en los que se contaba con embarcaciones de distinta eslora que eran ligeras y se podían mover remolcadas por vehículos -incluían algunos furgones acondicionados para sus equipos de trabajo o el material de buceo que incluye botellas, neoprenos, reguladores y demás sistemas para moverse bajo el agua- a aquellos lugares donde fuese pertinente su uso, se ha evolucionado a unos medios más específicos.
Cinco son las embarcaciones de mayor tamaño que operan. Incluyen la lancha de casco rígido “Neptú II” de 6,5 metros de eslora que es especialmente útil en apoyo a los temas de buceo y se mueve con agilidad en el medio acuático gracias a sus dos propulsores que suman 400 caballos; la lancha de intervención semirrígida “Thalassa” que se ha obtenido por cesión judicial y está dotada con cuatro potentes motores fuera borda de 300 CV que la impulsan a altísima velocidad y la hacen especialmente útil para temas tácticos como los abordajes o las actuaciones diligentes contra actividades delictivas de cierto nivel de peligro, y tres patrulleras nuevas.
Estas últimas se han recibido durante el último año y se caracterizan por su eslora de 12,83 metros, su manga de 3,53 metros, un calado de menos de 70 centímetros para permitir su varada incluso en las playas, un desplazamiento de 7,8 toneladas, su configuración con asientos para el transporte de seis personas y su planta propulsora formada por 2 motores fueraborda Suzuki de gasolina que totalizan 700 caballos y, asociados a una configuración de hélice doble, permiten obtener velocidades máximas, en condiciones de mar plana y sin viento, superiores a los 50 nudos.
Su compra fue contratada con la compañía Quer y la obtención de los tres ejemplares del modelo 40 Pilot Walkaround que tiene configuración monocasco rígido de materiales compuestos/carbono y que se han fabricado en el astillero de Port de la Selva, se han invertido 1,5 millones de euros. El 28 de agosto de 2021 se recibió la primera de ellas, la bautizada con el nombre de “Cap de Creus” y después han llegado la “Narcis Monturiol” y la “Josefina Castellvi” que respectivamente operan desde Palamós, Vilanova i la Geltru, y la Ametlla de Mar. Sobre sus detalles más específicos apuntar que incluyen: casco de carbono con diseño hidrodinámico de escalones para minimizar el roce con el agua y proa super cavitante; cabina acristalada y cerrada que ofrece la máxima visibilidad en todas las direcciones y que acoge la consola central de navegación o seis asientos para personal; sistemas autónomos de vigilancia aérea -dron- y submarina -ROV- controlados a distancia y provistos de medios para obtener imágenes detalladas y precisas; radar de navegación Simrad para la detección de objetivos en superficie tanto de día como de noche y módulo FLIR con cámara diurna de alta definición e infrarroja para la búsqueda de objetivos y su vigilancia discreta; capacidad para mantener una velocidad de crucero de unos cuarenta nudos que es óptima para cubrir grandes espacios en poco tiempo; kit de varada en playa para ocasiones en las que se requiera una reacción rápida de desembarco; depósitos de combustible para una autonomía de casi 400 millas náuticas, o equipos de comunicaciones VHF (Very High Frequency), detección e interpretación del fondo marino, señalización,…, que las hacen especialmente adecuadas para navegaciones a distancias de hasta 12 millas de la costa.
La llegada de las tres nuevas lanchas calificadas de gran eslora ha permitido impulsar las capacidades de la Policía Marítima y habilita al CME para trabajar de forma compartida con otras agencias que realizan cometidos en el litoral marítimo catalán. Importante es señalar que durante el primer semestre de 2022 se han materializado 2.311 actuaciones en ese entorno.
En todo caso, y eso es en mi opinión lo más importante, los nuevos medios y el personal recientemente formado contribuyen de forma especialmente eficiente a brindar a la ciudadanía la máxima seguridad posible ante todo tipo de acontecimientos y situaciones que requieran de la intervención policial rápida y diligente.