Texto: Octavio Díaz Cámara ® Fotos: Octavio Díaz Cámara ®
Los meses de julio y agosto de 2019 han sido especialmente activos en enfrentamientos en los que las armas de fuego, los cuchillos u otros objetos contundentes han tenido un alto protagonismo. Vehículos se evadían de controles y eran objeto de los disparos de la Policía, agentes eran acuchillados en el desempeño de su función, ciudadanos que aparecían muertos en las calles barcelonesas, peleas especialmente violentas entre grupos de narcotraficantes, policías que se veían ya obligados a desenfundar su arma de dotación durante el periodo de prácticas,…, una situación compleja que es el reflejo palpable de que algo grave, y no habitual, está incidiendo en que algunas ciudades y zonas españolas tengan hoy un nivel de inseguridad muy superior al que, no hace mucho tiempo, las caracterizaba.
En ese entorno complejo, y en cierta medida violento, cobra de nuevo protagonismo una de las herramientas que los uniformados llevan consigo para el desempeño de las funciones que les caracterizan: el arma corta de dotación. Usualmente se trata de un modelo recamarado para el difundido 9×19 milímetros Parabellum y, en general, en su empuñadura va situado un cargador con capacidad para entre trece y diecisiete cartuchos, siendo habitual que los policías lleven otro adicional -en muchos países son dos más- para poder así afrontar situaciones que, ante hipótesis de la actuación indiscriminada de terroristas o sujetos especialmente violentos, se puedan concretar mientras realizan sus patrullas cotidianas.
Mucho se ha hablado del tipo de arma que deberían llevar, de qué munición podría ser más apta, de que debería de equipárseles con armas largas más precisas y eficaces, de que… Por el contrario, se evitan, no sabemos si de forma consciente o inconsciente, comentarios respecto a un accesorio que también llevan siempre consigo los que pertenecen a las diferentes estructuras de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, de las policías autonómicas o de las policías locales. Nosotros sí que vamos a hacerlo en estas páginas.
Accesorio de trabajo
Centraremos este análisis en un elemento al que no se le da la importancia que, claramente, tiene. Es la funda policial, un complemento destinado a transportar el arma corta que tiene que tener varias cualidades positivas y ofrecérselas a quien la tiene a su cargo.
Debe de garantizar la máxima seguridad de lo que acoge en su interior, para que sólo quede a mano del agente y sea especialmente difícil que terceros lo tengan fácil para acceder a la pistola al contar con unos elementos de diseño y mecanismos propios que, conocidos por el portador, requieren de unas determinadas manipulaciones para extraer el arma corta de su ubicación.
Se tiene que, aprovechando esas cualidades incorporadas en su diseño por quien la fabrica, incidir en que sea fácil extraer el arma, evitando mecanismos complejos y optando por aquellos que, por ser mas naturales pero robustos, son más acordes con las necesidades propias de situaciones de alto nivel de estrés en las que el agente intentará focalizar su visión en lo que acontece a su alrededor a la vez que su mano, casi de forma instintiva, realizará una serie de movimientos mecánicos que debería haber memorizado con anterioridad a través de prácticas y ejercicios reiterativos.
Es necesario que aporte comodidad a aquel que la usa, pues deberá acompañarle en largas jornadas de trabajo, tanto diurno como nocturno, en las que el policía patrullará largas distancias a pie, se moverá muchas horas sentado en su vehículo o tendrá que afrontar, para determinadas tipologías y servicios, situaciones caracterizadas por un nivel de dinamismo poco convencional.
Esas tres cualidades básicas reseñadas, a las que también podrían añadirse otras complementarias en función de necesidades más concretas, deberían definir a una buena funda policial. Los agentes, a los que las organizaciones a las que pertenecen les suministran ese accesorio, a veces no toman en consideración lo diferente que es el uso de uno u otro modelo, ya sea porque no tienen forma de comparar o porque se ven abocados a emplear lo que les proporcionan. Si tienen esa posibilidad aquellos que trabajan en los órganos que valoran y deciden que opción adquirir, y a ellos les correspondería ser eficaces en sus decisiones teniendo en cuenta que ni las opciones más económicas ni las más complejas pueden ser las más adecuadas; lo serán aquellas que cumplan, con el más alto índice posible, las cualidades de seguridad, facilidad de extracción o comodidad de transporte reseñadas, y esos aspectos tienen que focalizar las decisiones sobre que modelo es el más adecuado para el servicio.
Teniendo ya a día de hoy una dilatada experiencia en diferentes opciones, pues en el siglo pasado muchas agencias apostaron por revólveres y fundas de cuero -algunas marcas, como Glock, las desaconsejan en sus pistolas que tienen una configuración muy concreta de sistema de seguro asociado al gatillo- y en su transición hacia la pistola semiautomática abordaron el reemplazo de estas últimas por ya no ofrecer las características que hoy se requieren, está bastante claro hacia donde debe dirigirse la elección.
La funda policial para el servicio de los uniformados, y porqué no también para dotar a aquellos núcleos que realizan tareas diferentes o visten de paisano buscando que su presencia o actividad pase desapercibida a terceros, tiene que tener una configuración rígida, lo que hoy por hoy es la mejor opción. Además, si con su uso se quiere incidir en la seguridad de aquellos ciudadanos a los que prestan servicio o hacer que sean más eficaces en la resolución de incidentes armados o ante la presencia de sujetos potencialmente peligrosos, hay que dotar a los agentes con el mejor y más efectivo material, porque esa inversión será especialmente rentable a unas instituciones que se sustentan en los impuestos que la mayoría pagamos.
Diseño y tecnología
No todos los fabricantes disponen de la capacidad de investigación y desarrollo (I+D), así como de manufactura, para ofrecer un producto avanzado que se caracterice por la rigidez de los distintos componentes de la funda. Hoy ya no son válidas opciones fabricadas en materiales plásticos sencillos como el Kydex, que no es para nada robusto y no permite incorporar mecanismos que garanticen la seguridad que se requiere.
Sólo unas pocas firmas internacionales han evolucionado hacia gabinetes de diseño que investigan, trabajan y responden ante retos de lo más variado, apostando en su innovación por aprovechar las cualidades de aquellos polímeros de última generación que, manteniendo un peso muy contenido, son óptimos para fabricar las mejores fundas. Podría comentar algunos nombres de empresas que he visitado a lo largo de estas dos últimas décadas, aunque ha habido una que me ha impresionado por combinar modernidad, gama de producto y precio competitivo. Se trata de la italiana Radar -en España distribuida por AASIAS.com-, una firma comercial que ha conseguido estos últimos años grandes éxitos al cerrar importantes contratos tanto para el suministro de fundas para el servicio a estamentos policiales como a estructuras militares.
La evolución técnica, afrontada por la anterior, ha facilitado una transición productiva que hoy ya marca la diferencia. Partían de una opción inicial más artesanal, que apostaba por emplear láminas de material acrílico en un proceso de termomoldeado por calor que proporciona diseños que no aportan un ajuste óptimo y suelen corresponderse con lotes pequeños en su número, se consiguen propuestas que sí son económicas pero no tienen las cualidades hoy por hoy imprescindibles.
Estas últimas si las encontramos en la actual gama de Radar. Sus productos incluyen aquellos más avanzados que se obtienen a través de una producción en la que se emplean moldes, sobre todo para el vaso que acoge el arma y que es bueno se realice en una sola pieza y sin solapamiento, que son complejos y caros de obtener y polímeros de ultima generación que permiten obtener un producto final que, a diferencia de lo que sucede con propuestas semi-inyectadas más sencillas y menos eficientes, debería ser el estándar usado por aquellos que están en servicios en nuestras calles. Los diseños de funda de polímero más recientes se caracterizan por mantener sus cualidades casi inalterables con el paso del tiempo, al no degenerarse por agentes externos o por el calor intenso; esto último, lo que han experimentado ya, negativamente por cierto, algunos colectivos de profesionales militares o policiales destacados a diferentes zonas de operaciones caracterizadas por temperaturas extremas.
Esas cualidades se obtienen combinando buen material y buen diseño, lo que en el caso de la marca Radar se traduce también en una muy buena rentabilidad si tenemos en cuenta el elevado nivel de coste-eficacia que las caracteriza y el óptimo nivel de satisfacción que tienen aquellos a los que se les dota con ellas.
En las mejores fundas policiales se opta por combinar adecuadamente sus diferentes elementos. El vaso, que suele tener cierto grosor -4 mm sería una cifra óptima- y unas formas muy concretas -se obtienen gracias a moldes que son costosos y difíciles de obtener, inversión que no todos los fabricantes están dispuestos a asumir-, es muy resistente a la deformación para mantener el arma segura ante tirones de terceros y para facilitar incluso la extracción en situaciones complejas o posiciones nada ortodoxas, siendo bueno que no incluya tejidos o pieles internas que puedan absorber humedad que pueda trasmitir al arma. A ello ayuda que los soportes que lo fijan al cinturón, ya sean en configuración fija o en aquellas que admiten un determinado movimiento para una mejor adaptación a diferentes necesidades, incluirán roscas embutidas para la tortillería, lo que añade precisión y se traduce en un nivel adicional de resistencia del conjunto.
El proceso de inyectado, es ventajoso también porque permite configurar mejor los sistemas que aseguren la retención del arma en el interior y sólo permitan la extracción tras una determinadas manipulaciones, incidiendo si están bien configurados en que los movimientos se realicen de forma suave y sin tensiones en el material de la funda.
Al vaso se le añaden, además del soporte de fijación al cinturón antes señalado, los mecanismos y elementos que configuran el conjunto de dispositivos de retención que aseguran que sólo quienes los conozcan puedan actuar con rapidez sobre ellos, lo que a la vez las hace seguras en el transporte y ultrarrápidas en el movimiento de desenfunde y apuntamiento hacia el objetivo que se puede considerarse el blanco a batir. En el caso de modelos como el XTREME de radar se ha previsto que las palancas de activación que liberan sus elementos de retención que le dan un nivel III+ puedan presionarse sin problemas tanto llevando guantes en las manos o en condiciones de ausencia de luz, porque están colocados y dimensionados de forma que se incida en la naturalidad de los movimientos a realizar tanto en el enfunde, donde se produce el bloque instantáneo del arma, como del desenfunde.
Como apunte final, y ya para acabar, señalar que una funda bien diseñada, mecánicamente bien resuelta, de tamaño compacto para que no sobresalga o que sea compatible con el ahora generalizado empleo de chalecos antibala, es lo que se ha de buscar. Su uso por parte de los policías va a ser a todas luces positivo en los años que esté en servicio y que no van a ser pocos. ¿Hay mejor rentabilidad que seleccionar una buena funda y adquirirla para nuestros policías nacionales, guardias civiles, policías locales o agentes autonómicos? Pues la respuesta está clara: hay que seleccionar y comprar una funda tan buena y contundente como la Radar XTREME.
Texto: Octavio Díaz Cámara ® Fotos: Octavio Díaz Cámara ®
Este artículo fue publicado en el número de la Revista Táctical Online Noviembre 2019.