Texto: Octavio Díez Cámara ® Fotos: Octavio Díez Cámara ®, MDEF
Hace solo unas pocos meses supimos, por diversos canales informales y formales, del interés de la Brigada de Infantería de Marina (BRIMAR) “Tercio de Armada”, que es la élite de la Armada encargada de proyectar el poder naval sobre tierra en forma de contingentes anfibios que tomarían la cabeza de playa y permitirían acciones contundentes hacia el interior, en adquirir nuevos blindados.
La noticia, difundida incluso por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, hace referencia a una previsión que goza de la máxima prioridad dentro de los programas de compra de armamento del Estado Mayor de la Defensa (EMAD) del Ministerio de Defensa de España. Se sabe que el 25 de junio de 2018 se aprobó por parte del Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada (AJEMA) el Documento de Necesidad Operativa designado “Capacidad de Asalto Anfibio Protegido” y que en diciembre de ese mismo año el documento fue validado por el Jefe del EMAD.
Por una cifra que se aproxima a los cien millones de euros se pretende adquirir, cuando así se decida en el correspondiente Consejo de Ministros, un lote de once blindados oruga anfibios. Se trata de ocho AAVP7A1 (Assault Amphibious Vehicle) de transporte de personal que pueden transportar en su interior a una veintena de Infantes de Marina completamente equipados, un AAVR7A1 con elementos de recuperación para otros medios similares que lo hacen especialmente útil en apoyo de tareas logísticas o para superar situaciones comprometidas, y dos más AAVC7A1 habilitados con sofisticados equipos de comunicaciones y de presentación para labores de Mando y Control. Todos, aparentemente nuevos, se corresponden con la versión más reciente, la designada RAM/RS (Reliability, Availability, Maintainability/Rebuilt to Standard) que fabrica en EE.UU. la compañía británica BAE Systems y que están en servicio en el Cuerpo de Infantería de Marina de los Estados Unidos (USMC, United States Marine Corps) y en unidades similares de otras naciones; por lo que se conoce, estarían provistos de unos elementos de blindaje externo adicional que proveen mayor protección ante impactos directos e indirectos, los llamados EAAK (Enhanced Armor Applique Kits).
A día de hoy, la previsión es que el acuerdo se cierre pronto para proceder al correspondiente contrato y poderlos recibir en unos pocos años, para que pudiesen entrar en servicio antes de mediados de la próxima década y pudiesen estar todos operativos sobre 2026. Su llegada, implicaría una más amplia flexibilidad a la hora de generar capacidades asociadas a la proyección expedicionaria de la BRIMAR. Es necesaria su incorporación, ya bastante retrasada porque se había programado una acción similar ya a principios de esta década y se tuvo que posponer por problemas presupuestarios derivados de la acuciante crisis económica que azotó a las arcas del Estado.
Necesidad básica
Las líneas con las que hemos iniciado estas páginas no son aún una realidad palpable, pues no se ha firmado aún el correspondiente acuerdo comercial ni los plazos en los pagos y en la recepción del material. Sí lo es el hecho de que la BRIMAR, que está acuartelada en San Fernando (Cádiz) y se proyecta con navíos anfibios que suelen operar desde la Base Naval de Rota que no está muy lejana y pueden también atracar en la Estación Naval de Puntales, ya tiene una amplia experiencia con ingenios similares, aunque mucho más antiguos y menos eficaces que, como explicaremos más adelante, llevan usándose con intensidad desde hace bastantes años.
Hoy, dentro de la estructura de la BRIMAR encontramos tres batallones -dos de desembarco, el BD-I y el BD-II, y uno mecanizado, el BD-III-, que son el componente anfibio principal en lo que a personal involucrado directamente en acciones de combate, y otros grupos de diversa entidad adscritos a diferentes capacidades. Uno de ellos es el Grupo de Movilidad Anfibia (GRUMA) que hoy es heredero de medios y capacidades del Grupo de Armas Especiales (GRAE) que comenzó a constituirse en noviembre de 2002 y al que se le dio el nombre actual en 2010, variándose su estructura en septiembre de 2013 como consecuencia de la instrucción IPFIM 0301.
Actualmente en el GRUMA, que integra unidades con medios orgánicos especializados para el movimiento buque-costa de la Fuerza de Desembarco y otras especializadas en las funciones de combate de movilidad, contra-movilidad y protección, se trabaja con una estructura que está en proceso de transformación orgánica. Bajo la dirección de un teniente coronel, y con una cifra aproximada de unos cuatrocientos profesionales caracterizados por un nivel de instrucción y adiestramiento especialmente exigente y complejo, trabajan varios elementos: una Compañía de Plana Mayor y Servicios, una Compañía de Zapadores, una Compañía de Embarcaciones y una Compañía de Vehículos de Asalto Anfibio (VAE). Esta última, donde se emplean los blindados anfibios oruga que navegan para moverse desde las naves de transporte hasta la costa y tienen notable movilidad en todo tipo de terrenos para desplazarse por tierra hasta el punto en el que se requiera se posicionen, dispone en la actualidad de diecinueve vehículos tipo AAV que se reparten entre dieciséis AAVP -una resultó hundida hace unos años- de transporte de personal, dos AAVC de Mando y un AAVR de recuperación. Se han ido modernizando y han sido sometidos a diversos procesos intensos de mantenimiento, los overhaul, que permiten tener la mitad de ellos operativos para cualquier necesidad que se requiera.
Con ellas se realizan cometidos de apoyo al combate en beneficio de las seis Compañías de Fusiles que agrupan, de tres en tres, tanto en el BDE-I como en el BDE-II. Operan desde unas instalaciones localizadas en el Acuartelamiento “Sargento Padros Pagés” de la Población Militar de San Carlos y, además de dependencias para temas administrativo, de Mando y demás labores propias de la actividad del día a día de una Unidad de carácter militar, el GRUMA dispone de zonas cubiertas que sirven de aparcamiento protegido, de talleres en los que se realizan labores de mantenimiento periódicas y otras más que puedan requerirse, y hasta de un entorno con un caño próximo por el que transitan para algunas prácticas de conducción o para determinadas pruebas del material.
Orgánicamente, la Compañía VAE tiene como máximo representante a un capitán y sus efectivos, por la propia configuración de lo que caracteriza a su actividad no llegan al centenar, siendo en la mayor parte tripulaciones de los blindados que operan. Algunos se distribuyen en una pequeña Plana Mayor con núcleos especializados en temas logísticos, de personal, etc.; un Pelotón de Mantenimiento que cuenta con experimentados especialistas en lo que son los trabajos propios que permiten obtener el mejor ratio de disponibilidad del material a su cargo; un Pelotón de Comunicaciones que asume las tareas de gestión de equipos de enlace radio, y dos Secciones Mecanizadas que están lideradas cada una de ellas por un teniente y que se estructuran de forma que van adaptándose a la disponibilidad que en cada momento hay de vehículos y de personal, logrando así la mejor sinergia de cara a ofrecer la capacidad de transporte pretendida a otras unidades. Con todos esos elementos se pueden generar agrupaciones para proporcionar apoyo de combate y apoyo de servicios de combate a la BRIMAR, núcleos que se activarán durante los asaltos anfibios pero también para las subsiguientes operaciones en tierra; lo harán tanto formando parte de unidades mecanizadas que se puedan constituir con los vehículos de personal o de Mando como dando un especial aporte logístico con el modelo de recuperación.
Larga experiencia
Los medios que ahora opera esta Compañía pueden parecer a primera vista vetustos y anticuados, pues se incorporaron a la Infantería de Marina (IM) española entre los años 1972 y 1974, ahora hace más de cuatro décadas. Su llegada, siguiendo lo que era clásico en la Fuerza estadounidense del USMC que en muchas épocas ha servido como referente en el que la IM se ha inspirado a la hora de tomar decisiones orgánicas o de capacidades, fue precedida por la de otros similares, los LVT-4 que se habían recibido casi una década antes, en octubre de 1963.
La experiencia que se obtuvo de estos últimos, encuadrados en una nueva Unidad a la que se dio el nombre de Compañía de Tractores Anfibios, fue especialmente positiva y demostraron, trabajando conjuntamente con los camiones anfibios DUKV de seis ruedas -se les encuadró en una Sección-, que su aportación a los asaltos anfibios era sustancial. Los resultados positivos permitieron, aprovechando la reestructuración de 1970 del TEAR, crear la Compañía de Vehículos Anfibios que operó con aquel material hasta 1972 en que comenzaron a llegar dieciséis LVTP-7 (Landing Vehicle, Tracked Personnel), dos LVTC-7 (Landing Vehicle, Tracked Command) y un solitario LVTR-7 (Landing Vehicle, Tracked Recovery).
No tenemos claro si su incorporación fue resultado de una compra al fabricante, la compañía United Defense que formaba parte de la corporación FMC, o de algún acuerdo gobierno a gobierno que propició su obtención. Sí que llegaron el mismo año en que fueron puestos en servicio activo con el USMC y que estaban nuevos, por lo cual puede considerarse como todo un logro que en fecha tan inicial estuviesen disponibles para España, por delante de otras naciones aliadas. También hemos conocido, que para operarlos, se envió a Camp Lejeune (Carolina del Norte), con antelación a la recepción del material, a un grupo de cinco oficiales, cinco suboficiales y cinco cabos primeros que se formaron en su manejo y mantenimiento; poco después, un capitán, dos cabos primeros y dos funcionarios civiles mecánicos de la entonces Agrupación de Apoyo de Combate (AAC) realizaron un curso de mantenimiento en Camp Pendleton, cerca de San Diego (California).
Con este novedoso blindado se logró un avance importante en los cometidos de la Compañía que los encuadró. El uso intenso que se les iba dando incidía en sus prestaciones. Sus niveles de utilización militar hicieron pensar en que sería bueno adquirir más ejemplares, como expuso la Comandancia General de Infantería de Marina (COMGEIM) en 1983 al entonces Ministro de Defensa, previsión que pese a estar aprobada se canceló justo en los últimos pasos de su tramitación. Lo que sí se abordó, en 1989, es que los que sí habían llegado fuesen sometidos a un intenso overhaul sin modificar sus capacidades, revisándolos y reparándolos por parte de la empresa española CAF (Construcciones Auxiliares de Ferrocarril). Entre 1997 y 1999 se activó el designado SLEP (Service Life Extension Program) que permitió una completa actualización de los mismos para renovar su potencial y dejarlos casi a cero horas de uso. El proceso supuso la modernización de los LVT7 a la versión AAV-7A1: se los desmontó totalmente, se repasó con rayos X la barcaza de aluminio que tiene grosores de hasta 45 milímetros, se cambió el motor original por un Cummings VT 400 de cuatrocientos caballos que trabaja asociado a una transmisión Navsea HS-400-3A1, se sustituyó la torre por una nueva de accionamiento eléctrico dotada con una ametralladora media Browning M-2 HB (High Barrel) del 12,70x99mm (.50 Browning) y un lanzagranadas automático Saco Mk-19 modelo 3 que dispara granadas de 40mm a un ritmo superior a los trescientos disparos por minuto, se introdujo un nuevo plano abatible en la proa y se sustituyó todo aquello que no estaba operativo. Los cambios, pese al incremento de la masa total, permitieron mejorar aspectos como la velocidad máxima por agua -dieciséis nudos-, la autonomía o la potencia de fuego, incidiendo también en una mejor capacidad para operar de noche.
El uso intenso que se les daba llevó a requerir un nuevo overhaul que se abordó, por parte de la empresa italiana SPA-MIR/Fluidmecanica, en quince de los diecinueve disponibles. A medio plazo, podrían mantenerse operativos los actuales hasta la llegada de los once nuevos. Más a largo plazo, siguiendo las previsiones para las dos próximas décadas por parte del USMC, podrían ir incorporándose distintas modificaciones técnicas y de mejora de la supervivencia que permitiesen mantener operativo el material hasta más allá de mediados de este siglo.
De los AAV7A1, y por ende de los modelos especializados en Mando o recuperación, les diremos que, basándonos en la información que da la Armada española en su página web, tienen una longitud de 7,16 metros, una anchura de 3,29 y una altura de 3,32, lo que los hace especialmente voluminosos en tierra aunque en el agua su silueta se reduce bastante. Su masa es de 27,6 toneladas cargados, alcanzan una velocidad máxima en carretera de 72 kilómetros/hora, pueden pivotar sobre su eje gracias a la tracción oruga de sus cadenas y se mueven bastante bien en todo tipo de terrenos pues son capaces de superar pendientes longitudinales del 60 por ciento y laterales del 40; su autonomía en tierra es de 480 km y de 7 horas en el agua -sus depósitos tienen cabida para 650 litros de combustible-, pues tienen capacidad de movimiento autónomo desde los navíos anfibios que los transportan a la playa a un ritmo de unos 12 km/h gracias a sus dos impulsores hidrojet traseros que les confieren una inusitada agilidad y a su proa y formas que favorecen la navegación.
Disponen de dos lanzadores cuádruples para lanzar botes de humo con los que generar barreras con las que evitar una verificación precisa de su posición y su torreta principal tiene una potencia de fuego considerable pues se cuenta con mil doscientos disparos del 12,70x99mm y ochocientas sesenta y cuatro granadas de 40mm. Para el desembarco pueden transportar hasta veinticinco fusileros en su amplia bodega que cuenta con dos bancos corridos, aunque lo normal es que lleven dieciocho con todo su armamento y equipo. El AAV7P cuenta con una rampa abatible a popa que facilita la entrada y salida con rapidez. Incorpora un sistema para generar cortinas de humo, lo que ayuda a ocultar su posición.
Por cierto, el personal que pasa destinado a la Compañía VAE, que ya trae una capacitación inicial general como Infante de Marina, se forma en la misma en el empleo del material. Los tripulantes reciben una serie de clases teóricas y prácticas tanto en tierra como en el agua de la mano de jefes de vehículos con una dilatada experiencia en su empleo. Los conductores se especializan en el manejo de lo que es el AAV para conocer sus reacciones y moverse con precisión, los tiradores en como extraer de su montaje artillero la máxima potencia de fuego y los auxiliares en realizar aquellas tareas complementarias que son necesarias para operar con estos anfibios de gran porte.
Texto: Octavio Díaz Cámara ® Fotos: Octavio Díaz Cámara ®, MDEF
Este artículo fue publicado en el número de la Revista Táctical Online de Diciembre 2019.